martes, 12 de abril de 2022

El Prat levanta cabeza con un aumento del 500% en el número de pasajeros

 

El Prat levanta cabeza con un aumento del 500% en el número de pasajeros




Metropoli   ..........  


El Aeropuerto de Barcelona-El Prat empieza a levantar cabeza y deja atrás las cifras de la pandemia. Así lo indican los datos de marzo, mes que cerró con 2,7 millones de pasajeros, una caída del 31,9% respecto al mismo mes de 2019 y un incremento del 537,5% respecto al 2021, según un comunicado de Aena este martes.

El conjunto de los aeropuertos de la red de Aena ha cerrado el mes de marzo con un total de 15,5 millones de pasajeros, lo que supone una recuperación del 78,1% respecto a los datos del mismo mes de 2019, año prepandemia, y un aumento del 387,1% con respecto a marzo de 2021, ejercicio que ya se vio afectado en su totalidad por la Covid-19.

UN 95% DE AVIONES MÁS QUE 2021

En el mes de marzo de 2019 los aeropuertos españoles recibieron un total de 19,96 millones de pasajeros, en marzo de 2020, la cifra cayó hasta los 8,1 millones y en marzo de 2021 apenas se alcanzaron los 3,2 millones de pasajeros.

En marzo de este año 2022, los aeropuertos de la red de Aena gestionaron un total de 152.779 aeronaves, lo que significa una recuperación del 86,2% sobre 2019 y una subida del 95,2% con respecto a 2021; y se movieron 92.309 toneladas de mercancía, lo que representa un descenso del 2,3% con respecto al mismo mes de 2019 y un incremento del 8,8% frente a marzo de 2021.

El acumulado hasta marzo supone una recuperación del 71,8% del tráfico de pasajeros con respecto al mismo periodo de 2019 y un aumento del 359,7% respecto a 2021. Durante los tres primeros meses de 2022 han pasado por los aeropuertos de la red de Aena un total de 37,89 millones de pasajeros, se registraron 414.341 movimientos de aeronaves (un 15,6% menos que en 2019 y un 107,9% más que en 2021), y se transportaron 247.804 toneladas de mercancía, un 1% menos que en el mismo periodo de 2019 y un 14,4% más que en 2021.



La batalla del Meandro de Samara, la primera y controvertida derrota de Gengis Kan

 

La batalla del Meandro de Samara, la primera y controvertida derrota de Gengis Kan














Entre el último cuarto del siglo XII y el primero del XIII, los mongoles constituyeron el que probablemente era el ejército más poderoso del mundo, con el que crearon el imperio territorialmente más extenso que ha existido. Como sabemos, fue obra de Gengis Kan, que no sufrió ninguna derrota significativa hasta 1223: la del Meandro de Samara, a manos de los búlgaros, si bien lo que se sabe de ella es tan escaso y confuso que muy bien pudo haber sido exagerada propagandísticamente por los vencedores.

Y es que de ese enfrentamiento sólo hay constancia en una fuente, la obra magna Al-Kāmil fit-Tārīkh (La Historia Completa), del historiador musulmán Ali ibn al-Athir, quien reseña textualmente:

Después de que los tártaros trataron a los rus como hemos descrito y saquearon su país, se retiraron y fueron contra los búlgaros en el año 620 [1223-1224]. Cuando los búlgaros se enteraron de su llegada, les tendieron trampas en varios lugares. Luego marcharon para enfrentarse a ellos y los arrastraron hasta una emboscada. Salieron a sus espaldas, de modo que quedaron rodeados. Cayeron a espada por todos lados. La mayoría de ellos murieron y solo unos pocos escaparon.



Eso es todo (o casi, como veremos luego) aunque hay que tener en cuenta que Ali ibn al-Athir vivía en el Califato Abásida (formaba parte del séquito de Saladino) y las noticias que pudo tener sobre ese enfrentamiento, si es que ocurrió en realidad, serían pocas y sesgadas, con una victoria autoatribuida por los búlgaros para ensalzarse comparados con los rus, derrotados por el mismo enemigo.

De hecho, hay fuentes secundarias que refieren una victoria de los mongoles y el que éstos aplastasen y sometiesen a vasallaje a los cumanos, durante esa presunta retirada, no hace sino sembrar más dudas.

En suma, no hay un relato cien por cien fiable, no tenemos datos sobre el número de fuerzas contendientes, ignoramos cuántas bajas tuvieron unos y otros… Ni siquiera sabemos quién mandaba exactamente al ejército mongol, si Subotai, Jebe o Jochi, aquellos que, junto con Jelme y Kublai, habían sido bautizados por Gengis como sus perros de guerra; puede que ninguno de ellos de forma directa, pues también se apunta a Uran, el hijo de Subotai. Tampoco sabemos quién fue el general búlgaro con el mando directo, aunque sí la del mandatario; se trataba de Ghabdula Chelbir.


Ghabdula Chelbir era, desde 1178 (y lo seguiría siendo hasta 1225), el kan de Bulgaria del Volga. Con este nombre se conocía a un estado que existió entre los siglos VII y XIII en la confluencia de los ríos Volga y Kama, en la parte europea de la Rusia actual (en las actuales repúblicas rusas de Tartaristán y Chuvasia). Fundado por tribus de origen turco (que suelen ser catalogadas como protobúlgaras) bajo el mando de Kotrag, no hay que confundir Bulgaria del Volga con la Bulgaria propiamente dicha, fundada un poco más tarde por otros protobúlgaros que continuaron hacia el Danubio.

Bulgaria del Volga ocupaba un estratégico cruce de caminos entre oriente y occidente, ubicación que le permitió prosperar gracias al comercio y hacer que su población fuera multiétnica (búlgaros, árabes, turcos, rusos…), mayoritariamente de fe musulmana. Bolgar, la capital originaria, tenía el tamaño de otras grandes urbes de su tiempo, caso de Bagdad, Damasco o Córdoba, y mantenía relaciones económicas con el califato, europeos occidentales, bizantinos, rus, vikingos e incluso chinos. Se entiende, pues, que despertara la codicia mongola y a Ghabdula Chelbir le tocó hacerle frente.


La Brujula Verde

No le faltaba experiencia en resolver conflictos manu militari, puesto que ya había tenido que luchar contra los cumanos (los túrquidos nómadas procedentes del norte del Mar Negro) para frenar su expansión hacia el oeste, por Hungría, Valaquia y Moldavia. Irónicamente, ahora habían pasado a ser aliados contra los mongoles de Subotai, y la cosa no empezó con buen pie porque, en mayo de 1223, el que era el más prestigioso noyan (general) de Gengis derrotó contundentemente a una coalición ruso-cumana cerca de la ciudad de Kalka; la Crónica de Novgorod dice que sólo sobrevivió uno de cada diez hombres, de un total de entre cuarenta y ochenta mil.

La campaña de Subotai, desarrollada junto a su veterano maestro Jebe, había empezado dos años antes para aprovechar la posible confusión derivada de la sucesión en el Imperio Jorezmita (o Corasmio) tras la muerte del sha; de regreso, debían unirse a Jochi (el primogénito de Gengis) para una razia por Bulgaria del Volga.

Efectivamente, la primera parte del plan salió bien; después, marcharon hacia el Dniéper, entrando en Georgia y aplastando primero a las fuerzas del rey Jorge IV para a continuación hacer otro tanto con los mencionados aliados ruso-cumanos. Entonces llegó una orden de Gengis para que volvieran para prevenir el cansancio tras dos años de guerras.


Subotai y Jebe obedecieron, pero el camino de retorno pasaba por la región del Volga, donde ya habían llegado a oídos de Ghabdula Chelbir las noticias sobre el desastre de sus aliados en la batalla de Kalka. Consciente del peligro que corría su gente, y pese al aura de invencibilidad que irradiaban los mongoles, que hasta entonces contaban sus acciones por victorias, consiguió el refuerzo de dos principes mordovianos, Puresh y Purgaz, así como de tropas cumanas. Eso sí, debía tener claro que un choque frontal con el enemigo no parecía prudente, habida cuenta de la debilidad por la que pasaba el país en esos momentos.

Esa precaria situación se debía a la guerra mantenida poco antes con la Rus de Kiev, cuando ésta trató de imponer un monopolio comercial en la región. La contienda no tuvo un ganador absoluto, pero los rusos consiguieron conquistar varias ciudades búlgaras -entre ellas Osel, la más importante al este del Volga-, obligando a Chelbir a trasladar la capitalidad a Bilär. Ahora, en septiembre, se presentaba un nuevo problema, a priori más grave, para lo cual movilizó su ejército.


Chelbir que disponía de efectivos muy limitados -hay quien calcula unos treinta mil hombres- decidió aplicar una vieja táctica protobúlgara que, curiosamente, también solían practicar los mongoles: fingir una retirada para atraer al adversario a un terreno propicio y compensar así su superioridad militar. El lugar que eligió fue el entorno de las montañas Zhiguli, una sierra boscosa encajada en el llamado meandro de Samara, una gran curva que describe el curso del río Volga y que se caracteriza no sólo por estar casi cerrada sino porque su superficie es pantanosa, fruto tanto del agua como del petróleo que afloran desde el subsuelo.

Allí se presentaron los mongoles, si bien parece que no eran la totalidad de las fuerzas disponibles ni mucho menos. En principio debiera haber sido un grupo más numeroso, pero Jochi había hecho honor a su fama de tener mucha iniciativa y en vez de unirse al grueso de Subotai y Jebe, como había ordenado su padre, regresó por su cuenta.

Eso se debió a que tampoco había seguido sus instrucciones de colaborar con ellos en la campaña por la estepa póntica e hizo una propia por el este, victoriosa. Es posible que esa independencia le costase la sucesión cuatro años más tarde, cuando Gengis nombró a Ogodei en vez de a él (aunque, de todos modos, moriría poco antes que su padre, en 1227).


El caso es que las fuerzas de Jochi no estaban presentes y seguramente las que marcharon al encuentro de Chelbir fueran únicamente la vanguardia de las de Subotai, dirigidas por Uran, uno de sus hijos. Por tanto, no se trataría del total, que se desconoce y a buen seguro estaba muy lejos de esos ciento cincuenta mil guerreros que suelen reseñarse tradicionalmente en Bulgaria. No obstante, Uran debió estar lo suficientemente confiado como para ir al choque frontal. De hecho, puso a los búlgaros en fuga y, como pasaba a menudo, los jinetes mongoles quisieron aprovechar la retirada lanzándose en su persecución sin percatarse de que se estaban metiendo en una trampa.

En efecto, encajonados entre el cauce fluvial y las montañas, fueron rodeados por las tropas de Chelbir, tal como él las había dispuesto, y la batalla tuvo el signo contrario. Enfangados en aquel terreno imposible, los mongoles no pudieron maniobrar y fueron cayendo uno tras otro. Algunas fuentes chinas dicen que murieron todos, pero es improbable; la tradición cuenta que sólo se salvaron cuatro mil prisioneros, de lo que deriva una leyenda en la que Chelbir los sustituyó por otros tantos carneros, de ahí que a la batalla también se la conozca hoy en Bulgaria por ese nombre.


Ahora bien, esa tradición proviene de otro párrafo de la obra antes reseñada, la de Ali ibn al-Athir, quien después de su escueta narración de la batalla añade:

Sin embargo, hay otra versión. Eran unos cuatro mil y partieron hacia Saqsin de regreso con su gobernante, Gengis Khan. Las tierras de Qipjaq quedaron libres de ellos y los supervivientes regresaron a casa.

Hay historiadores que creen que esos cuatro mil serían más bien el total de hombres de Uran, no los supervivientes. Si es así, habría que ver con cuántos contaba Chelbir de verdad y poner en cuestión sus propias bajas, que algunos sitúan entre cinco y diez mil muertos, pues en tal caso se trataría más bien de una victoria mongola en vez de búlgara, como decíamos antes. Incluso es posible que se esté interpretando erróneamente ese texto, puesto que no habla de una batalla de forma explícita. No obstante, cuando Jochi regresó junto a su padre se arrodilló ante él, le cogió la mano y la puso sobre su cabeza, en señal de sumisión ¿Estaba asumiendo la responsabilidad de la derrota, pese a que había vuelto de su campaña personal con un gran botín?

Ocurriera o no, y ganara quien ganase, la batalla del Meandro de Samara ha pasado a la Historia como la única perdida por Gengis Kan. Sin embargo, su trascendencia fue muy limitada, si bien la historiografía búlgara considera que sirvió para impedir la incorporación de la Rus de Kiev a la Horda de Oro (nombre que se daría al ulús o territorio legado por Jochi a sus descendientes) y por eso surgió la teoría de que Samara fue algo sobredimensionado para que los rusos quedasen en deuda. A corto plazo sí hubo una gran desgracia para los mongoles: la muerte de Jebe durante ese viaje de vuelta, al enfermar de fiebres; fue a principios de 1224, poco antes de reunirse con Jochi para retornar juntos.

 


Pero Subotai y Batú (el hijo de Jochi, que además de heredar la Horda Azul, o sea el este del imperio, había arrebatado a su hermano Orda la Horda Blanca, el oeste) aparecieron de nuevo en el horizonte en 1236, aprovechando que Chelbir había fallecido también en 1225 y las luchas intestinas asolaban Bulgaria del Volga. Esta vez lograron someterla, disgregándola en pequeños estados vasallos que fueron incorporados de forma autónoma a la Horda de Oro y poniendo fin al país como tal.










El mosaico bizantino de Madaba, el mapa más antiguo de Tierra Santa está en el suelo de una iglesia en Jordania

 El mosaico bizantino de Madaba, el mapa más antiguo de Tierra Santa está en el suelo de una iglesia en Jordania

Por Guillermo Carvajal







Unos 35 kilómetros al suroeste de Amán, la capital de Jordania, está la localidad de Madaba, famosa por la gran cantidad de mosaicos de épocas bizantina y omeya que alberga en construcciones de estas épocas (se la conoce de hecho como la ciudad de los mosaicos).

Uno de estos mosaicos, al que se conoce popularmente como mosaico de Madaba, se encuentra en el suelo del ábside de la iglesia de San Jorge, una basílica ortodoxa todavía en uso situada cerca de la puerta norte de la ciudad. Fue descubierto en 1896, pocos años después de que se asentaran en la ciudad 90 familias árabes cristianas refugiadas bajo la dirección de dos sacerdotes italianos del Patriarcado Latino de Jerusalén.


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Al iniciar las obras de una nueva iglesia sobre las ruinas de la anterior bizantina los obreros que iban a pavimentar el suelo comenzaron a retirar escombros y apareció el mosaico. Lo que quedaba de él era una gran sección en las naves central y sur, junto con tres fragmentos aislados situados entre la primera y la tercera fila de columnas, más allá del presbiterio.

Este mosaico del siglo VI d.C. es un mapa de Oriente Medio que contiene la representación cartográfica más antigua que se conserva de Tierra Santa, Jerusalén y el delta del Nilo. No está orientado al norte sino hacia el este, de tal manera que cuando los fieles se dirigían al altar podían ver y leer todo el mapa. A pesar del limitado espacio, queda patente que las localidades están representadas siguiendo la red de calzadas romanas de la época.

Tiene unas dimensiones de 15,70 por 5,60 metros, aunque si se suman las partes perdidas se calcula que pudo medir 21 por 7 metros. En su confección se emplearon más de 2 millones de teselas.


La zona que abarca va desde Tiro y Sidón hasta el delta del Nilo, y desde el mar Mediterráneo hasta el desierto de Arabia. Están representados el Mar Muerto con dos barcos de pesca, algunos puentes que unen las orillas del río Jordán, peces en los ríos y el mar, un león cazando una gacela en el desierto de Moab, la ciudad de Jericó rodeada de palmeras, y numerosos lugares relacionados con la Biblia, como Belén. Todos los sitios llevan su correspondiente nombre en griego, y en algunos casos citas bíblicas.

Parece que los artistas tomaron como referencia el Onomasticon de Eusebio, un directorio de lugares y sitios geográficos compilado en el siglo IV d.C. para representar y nombrar en el mapa unas 150 ciudades y aldeas.

El elemento central del mapa, el más grande y detallado, es la ciudad de Jerusalén, donde se pueden apreciar sus calles principales y varias de las estructuras existentes en época bizantina como las puertas y las murallas, la iglesia del Santo Sepulcro, la torre de David y el Cardo Maximus, la avenida columnada que atravesaba la ciudad de norte a sur desde la puerta de Damasco a la de Sión.



Se sabe la fecha aproximada de su creación porque en el mapa aparece la Iglesia Nea (Nueva Iglesia de la Madre de Dios) erigida por el emperador Justiniano y dedicada el 20 de noviembre de 542 d.C. Sin embargo no aparece ningún edificio construido en Jerusalén después de 570, lo que limita la datación del mapa a 542-570 d.C.

También aparecen representadas ciudades como Neapolis, Ascalón, Gaza o Pelusium, de una manera tan detallada que se podrían considerar mapas callejeros.

El mosaico sufrió daños debido a incendios en la iglesia, a las obras de la nueva basílica y por la humedad, a pesar de que desde su descubrimiento el patriarca había ordenado su protección y la colocación de barandillas de hierro a su alrededor. Durante años numerosos investigadores lo estudiaron, copiaron y dibujaron.



En 1964 la Fundación Volkswagen sufragó su restauración con 90.000 marcos alemanes de la época, que fue llevada a cabo por los arqueólogos Heinz Cüppers y Herbert Donner, de la Universidad de Gotinga. Éstos lo encontraron en un patente mal estado en su estudio inicial:

Los bordes del mosaico corren especial peligro de desgastarse al caminar sobre ellos, porque no tienen un subsuelo sólido. La superficie está parcialmente dañada por los tablones de madera que actualmente protegen el mosaico; las piedras están rotas hasta una profundidad de 2 mm y se rompen fácilmente con la más mínima presión o fricción. Además, el mosaico se ha quemado en algunas partes, por lo que la superficie y los colores están dañados. La superficie está parcialmente cubierta por una fina capa de mortero muy fuerte, especialmente sobre las piedras negras




El mosaico de Madaba es el más antiguo de su tipo (de carácter geográfico) conocido, ya que no se ha encontrado ningún mosaico de suelo con representación de un mapa anterior. Gracias a él pudo localizarse la ubicación topográfica de la ciudad de Ascalón. En 1967 las excavaciones arqueológicas en Jerusalén encontraron que la Iglesia Nea y el Cardo Maximus estaban exactamente en los lugares donde el mosaico los ubicaba.

No solo eso, el mosaico sigue proporcionando sorpresas. En 2010 nuevas excavaciones encontraron una carretera desconocida que atravesaba el centro de Jerusalén, tal y como estaba representada en el mapa.



 













La historia de Halfdan, el hijo de Ragnar Lodbrok que fue rey de Northumbria

 

La historia de Halfdan, el hijo de Ragnar Lodbrok que fue rey de Northumbria















Hemos publicado aquí una serie de artículos dedicados a analizar el lado histórico de los personajes de la serie televisiva Vikings. De los hijos de Ragnar Lodbrok mereció nuestra atención, por su singularidad, Ivar el Deshuesado. Hoy vamos a echar un vistazo a otro que tuvo su importancia porque acompañó al anterior en la expedición que dirigieron a Inglaterra, la que ha pasado a la Historia como el Gran Ejército Pagano: Halfdan Ragnarsson.

Como casi todo lo que rodea al mundo vikingo en general y a la familia de Ragnar Lodbrok en particular, los datos son algo confusos. De hecho, el propio Ragnar es una figura difícil de catalogar, al reunir algunas características reales con otras legendarias; no vamos a insistir sobre ello porque ya le dedicamos un artículo en su momento. Pero la existencia histórica de sus vástagos sí está probada, otra cosa es que haya certeza plena sobre los hechos que se les atribuyen y, en algún caso, su identificación.

Es lo que pasa con Halfdan, de quien no está claro si existió como tal o es otro nombre que se da a uno de sus hermanos, Hvitsärk (así aparece en la serie); si se trata de lo segundo, en realidad sería el verdadero porque Halfdan era un nombre frecuente en el mundo vikingo mientras que hvitsärk es un término que significa «camisa blanca», con lo cual se trataría de un apodo de ese personaje. Esa duda se sustenta en el hecho de que las sagas que mencionan a uno omiten al otro y viceversa, lo que resulta bastante sospechoso.

Además de las célebres Gesta Danorum y la Crónica Anglosajona, las sagas principales sobre esa familia son VölsungaRagnar Lodbrok y Edda, las tres compuestas por el escaldo (trovador) Snorri Sturluson, pero también hay una dedicada específicamente a los hijos, la Ragnarssona þáttr (Relato de los hijos de Ragnar). Todas son posteriores a la época y a Hvitsärk se le menciona únicamente en esta última y en la Crónica Anglosajona.


Como sabemos, Ragnar Lodbrok tuvo una prole considerable porque, al fin y al cabo, se casó tres veces. La primera esposa fue la famosa Lagertha, una skjäldmo (escudera, guerrera) de la que se divorció pronto para contraer segundas nupcias con Þóra Borgarhjörtr (que fue la que le regaló las calzas de pelo que le caracterizaban, pues eso significa Lodbrok). Finalmente, tuvo un tercer matrimonio con Aslaug, sin contar varias amantes. El fruto de esa intensa vida amorosa fue una docena de hijos.

Aslaug fue la madre de la mitad de ellos, Halfdan (o Hvitsärk) incluido, teniendo como hermanos a Björn, Sigurd, Rognvald, Guthrod y el mencionado Ivar. En la serie Vikings también le atribuyen la maternidad de otros dos, Ingvar y Ubbe, aunque parece que en realidad procedían de otras relaciones, de la misma manera que los guionistas sitúan a Björn como hijo de Lagertha por interés de la trama. De hecho, algunos consideran que Halfdan sería otro personaje diferente, hijo de una de las amantes y no de Aslaug. Ya dijimos antes que la incertidumbre es la tónica general en estos asuntos.

Si la infancia y juventud de Halfdan resultan tan etéreas, en cambio su vida de adulto es un poco más conocida por dos razones: haber dirigido junto a sus hermanos al Gran Ejército Pagano y haberse coronado como monarca de Northumbria. Como esa corona la ciñó gracias a la expedición, veamos primero cómo fue ésta. Todo empezó con la incursión que su padre Ragnar encabezó precisamente contra ese reino inglés en el año 865. Recordemos que Inglaterra no se unificaría hasta el siglo X, de la mano del rey Athelstan.

Hasta entonces estaba compuesta por una serie de reinos que se repartían el territorio: Mercia, Essex, Wessex, Anglia Oriental, Sussex, Kent y Cornualles, más el reseñado Northumbria. Éste, que era el más septentrional, había sido visitado ya por Ragnar una década antes (en lo que, según la leyenda, constituyó la primera razia vikinga en Gran Bretaña, la que saqueó el monasterio de Lindifarne, aunque en realidad esto ocurrió en el 793 y, por tanto, no pudo protagonizarlo él). El caso es que la nueva incursión fue derrotada por el rey Ælla, quien ejecutó a Ragnar.

Eso llevó a sus hijos a organizar una expedición de castigo, reuniendo para ello una colosal flota de vikingos daneses, noruegos y suecos al mando de Halfdan, Ivar el Deshuesado, Ubbe y Björn, cumpliéndose así una profecía -más literaria que verídica- que su padre había hecho a Ælla sobre que sus vástagos le vengarían. No se sabe el número de efectivos pero debió de ser importante, en torno a tres millares, en contraste con los dos modestos drakkars que había llevado Ragnar; desembarcaron en Anglia en otoño para invernar in situ y reunir caballos, difíciles de transportar en cantidad suficiente.


La Brujula Verde

Con la entrada en el nuevo año, se pusieron en marcha hacia el norte e invadieron Northumbria aprovechando que Ælla estaba enfrascado en una guerra civil con Osberht, al que unas fuentes consideran su hermano y, en cualquier caso, el rey legítimo anterior destronado. Cuando los vikingos tomaron la rica ciudad de York ambos contendientes se concienciaron del peligro y firmaron un armisticio para combatirlos juntos. Sin embargo, no sólo fracasaron en su intento de reconquista de la urbe sino que perecieron en combate.

Claro que hay otras versiones. Una cuenta que Ælla habría sobrevivido y alcanzado un acuerdo para ceder a los vikingos el territorio que abarcase una piel de buey, que cortada en tiras por el astuto Ivar supuso un perímetro que se plasmó en toda en una ciudad (York para unos, Londres para otros); otra vez se nota el tono mítico y la alusión a la fundación de Cartago por Dido. De todas formas, Ivar reanudó la lucha y se hizo con toda Northumbria, capturando al rey y aplicándole un antiguo ritual pagano: abrirle la espalda al reo para cortarle las costillas y sacarle los pulmones, echando sal dentro; se denominaba Águila de sangre pero se duda de su existencia, más allá de la poesía escáldica.

Los invasores pusieron un rey títere, Ecgberht, y a continuación iniciaron la conquista de Mercia, asentándose en Nottingham. Fueron sitiados por el rey Burghred, al que ayudaba el sajón Æthelred, pero lograron resistir y pactar una retirada a York, donde se reorganizaron para atacar Anglia Oriental en el 869. Vencieron al ejército local y mataron al rey Edmundo, que pasó a integrar la lista del martirologio cristiano porque había puesto como condición para ser tributario suyo y pagar el danegeld (un impuesto en plata que los vikingos imponían a sus vasallos para financiarse sobre el terreno) el que ellos aceptaran convertirse al cristianismo y le contestaron a flechazos.


A partir de ese momento, Ivar desaparece misteriosamente de la Historia -se especula que quizá fuera el rey Ímar de Dublín, que de todas maneras murió en el 873- y la atención se centra en Halfdan, que le sucedió en el mando. Como jefe, dirigió una campaña contra el reino de Wessex aprovechando la llegada de refuerzos (el llamado Gran Ejército de Verano que dirigía el danés Bagsecg). La Crónica Anglosajona refiere reiterados enfrentamientos sin que los vikingos fueran capaces de derrotar a los anglosajones -Bagsecq incluso cayó en batalla-, de ahí que Halfdan pactara una tregua con el soberano de éstos, Alfredo el Grande, que acababa de subir al trono y aceptó pagar el danegeld.

Halfdan invernó en Londres -se conservan monedas acuñadas con su nombre- y en el otoño del 872 retornó a Northumbria para sofocar una insurrección de Ecgberht. En el 874 se adueñó por fin de Mercia, imponiendo un rey títere, Ceowulf, en lugar de Burghred. Luego dividió su ejército en dos: una mitad, mandada por Guthrum, marchó hacia el sur para seguir luchando con Wessex, creando un reino que junto a otros territorios vikingos formaría el Danelag; el otro lo lideró él mismo contra los pictos. Los Anales del Ulster (una crónica de la Irlanda medieval recopilada por un amanuense llamado Ruaidhri Ó Luinín y que abarca desde el siglo V al XVI) le asimilan a un tal Albann, que estaría enfrentado con el rey dublinés Eystein Olafsson.


Éste habría sucedido a Ímar, o sea, Ivar, el hermano de Halfdan; no se saben las circunstancias, aunque sí que el Deshuesado pereció de una muerte “súbita y horrible”, de ahí que Halfdan reclamara el trono irlandés. No lo consiguió; o sí pero lo perdió pronto, a su regreso a Northumbria, donde controlaba la mitad meridional y donde además se proclamó rey de Jórvík (en alusión a su capital, York) en el 876. Al año siguiente decidió volver a Dublín para zanjar el asunto pendiente… para encontrarse con que los vikingos que estaban allí asentados desde hacía tiempo le recibían mal.

Los Fair Hearthens, como se los conocía, se enfrentaron a los Dark Heathens, los recién llegados, en una especie de guerra civil entre invasores. En la batalla de Strangford Lough no sólo se impusieron los primeros sino que Halfdan perdió la vida; nadie lo lamentó mucho porque, al parecer, era cruel y poco querido. El trono de Northumbria se quedó así vacante, tardando más de un lustro en ser ocupado, en la figura de Guthfrith.

Para entonces, el Gran Ejército Pagano ya había puesto sus ojos en un nuevo objetivo que saquear, la costa del Mar del Norte (Francia, Bélgica y Alemania), por lo que abandonó Gran Bretaña y cuando quiso retornar en el 892 fue contundentemente rechazado por Alfredo el Grande una vez más; si bien el Danelag persistió un tiempo, hasta mediados del siglo X, se acababa la época vikinga en el país.








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