Teresa Ribera ha abierto los ojos. Tras meses de excusas y promesas a los españoles sobre los altos precios de la electricidad, este miércoles, la titular de energía ha asumido que pese a sus «extraordinarias y ambiciosas» medidas no va a ser posible volver a los precios de la energía registrados anteriormente. Una afirmación que condena a los españoles a vivir el racionamiento energético planteado por el Gobierno de Pedro Sánchez en su decretazo, que ahora se abre a tramitar como proyecto de ley para contentar a sus socios de Gobierno.
Algo que ya demuestran los datos: este miércoles el precio de la luz ha subido un 20% con respecto al día anterior, hasta los 436,25 euros por megavatio hora (MWh), su cuarto precio más alto desde que hay registros. Todo ello después de que la compensación a las gasistas -con las cotizaciones de esta materia prima en máximos- haya superado el precio del ‘pool’. Unos precios que apoyan las declaraciones de Ribera, que ya no sabe qué hacer para maquillar el fracaso de sus medidas energéticas.
Pese a ello, el Gobierno sigue intentando engañar a los españoles. El Ministerio de Transición Ecológica y Reto Demográfico ha publicado en sus redes sociales un mapa de Europa sobre los precios de la luz previstos para este miércoles en los mercados eléctricos presumiendo de que España paga 187 euros/MWh frente a los 624,3 €/MWh de Alemania o los 637,8 €/MWh de Italia. Sin embargo, y como empieza a ser costumbre en el Ejecutivo de Pedro Sánchez, tiene trampa: el mapa no contabiliza la compensación que hay que pagar a las gasistas y la cifra real que pagan los españoles es ya la cuarta más alta de la historia
En declaraciones a Telecinco, Ribera ha confirmado que el Ejecutivo socialista está valorando tramitar el decretazo energético como proyecto de ley, ante las reticencias de algunos de sus socios de Gobierno y el voto en contra del Partido Popular, lo que pondría en peligro la aprobación de su paquete de medidas. Este cambio legislativo permitiría estudiar enmiendas de otros grupos políticos e incorporarlas al texto final que resulte aprobado en el Parlamento, con el objetivo de que socios habituales como ERC, PNV o Bildu apoyen un paquete de medidas que no tiene un recorrido claro a falta de un día para su aprobación.
Los Mossos d'Esquadra detuvieron durante el fin de semana a un total de 10 personas por varios delitos relacionados con el robo de objetos valiosos, como son relojes, móviles o bolsos, todas ellas con un total de 110 antecedentes.
Según ha informado la policía catalana, el número de detenidos corresponde al balance total registrado este pasado fin de semana, a partir de varias actuaciones policiales, sin que los arrestados estén relacionados entre sí ni formen un grupo criminal.
RELOJES DE ALTA GAMA
El pasado viernes, 19 de agosto, tuvieron lugar las tres primeras detenciones, dos de ellas en el distrito de Ciutat Vella por el robo de dos relojes de alta gama valorados en 55.000 y 300.000 euros. También se produjo una tercera por la sustracción de un móvil y una cadena de oro en Sant Martí.
En cuanto a los detenidos del sábado, la policía catalana arrestó a dos personas en el distrito del Eixample que actuaban juntas y están acusadas de tirón de bolso y de sustraer varios móviles, dispositivos que se pudieron recuperar.
Además, la policía detuvo el sábado a otra persona por un tirón de bolso también en el Eixample, y otra fue arrestada por robar un objeto de valor en el distrito de Sants-Montjuïc.
Las últimas tres detenciones tuvieron lugar el pasado domingo, todas ellas por sustracción de móviles.
Civilización perdida: Viaje a las Misteriosas Ciudades Mayas Perdidas
¿Quieres descubrir una de las civilizaciones más misteriosas de la Tierra? Hoy te llevo a explorar la fascinante civilización de los mayas. Este antiguo pueblo dejó tras de sí ciudades monumentales, un avanzado sistema de aritmética, una sofisticada escritura y refinados calendarios solares.
CIVILIZACIÓN MAYA:
- Retrocedamos en el tiempo hasta la prehistoria, en concreto hasta el Paleolítico Superior, alrededor del 20.000 a.C. El Homo sapiens es entonces la única especie que representa a la raza humana. Durante esta edad de hielo, el estrecho de Bering no era más que una enorme capa de hielo que formaba un gigantesco puente entre Asia y América del Norte, también conocido como Beringia. Durante miles de años, esta ruta fue utilizada por oleadas de emigrantes procedentes de Asia en busca de nuevos territorios de caza. Así, todo el continente americano se fue poblando a lo largo de los siglos, subsistiendo de la caza, la pesca y la recolección de plantas y frutos silvestres.
Hacia el VIIIᵉ milenio a.C., el calentamiento global derritió el hielo, interrumpiendo el curso migratorio activo durante esta época mesolítica. A partir de entonces, el continente americano se separó del resto del mundo y fue testigo del desarrollo de las primeras civilizaciones precolombinas en América del Norte y del Sur, así como en América Central, llamada Mesoamérica. Este titánico territorio mesoamericano está formado por la zona central de México, Guatemala, Belice, El Salvador y la costa del Pacífico de Honduras, Nicaragua y Costa Rica.
Luego, estos asentamientos agrícolas tribales situados en la cuenca de México, la región de La Venta y a lo largo de la costa del Pacífico, dieron un tremendo salto cultural a partir del 2500 a.C. Una civilización considerable, que lleva el nombre de Olmeca, surgió y
y se establecieron prósperas comunidades de aldeas por todas partes.
En el año 1000 a.C., en Cuello, Belice, se estableció una pequeña aldea con edificios comunitarios que fueron adquiriendo importancia. Los habitantes comenzaron a practicar costumbres funerarias y el crecimiento de Cuello continuó con el establecimiento de pequeñas aldeas en las penínsulas de Yucatán y Guatemala.
Desde el año 1000 hasta el 300 a.C., el país maya creció rápidamente, dividiéndose en dos áreas geográficas principales: las Tierras Altas y las Tierras Bajas, que cubren aproximadamente 400.000 km².
El periodo Preclásico se divide en tres partes: el Preclásico Temprano, del 2500 al 1200 a.C., el Preclásico Medio, del 1200 al 400 a.C., para el que las evidencias arqueológicas demuestran el inicio de la civilización maya alrededor del 1000 a.C., y el Preclásico Tardío, del 400 al 250 a.C.
Al expandirse la construcción a gran escala, se estableció un eje predeterminado de acuerdo con los puntos cardinales. Los mayas basaron su arquitectura en la astrología. Los edificios gubernamentales y religiosos, como la acrópolis real, los templos piramidales y, a veces, los campos de pelota, están alineados con determinadas constelaciones, según la interpretación maya de las órbitas y las estrellas. Fuera del centro ritual, se extienden las viviendas de los nobles menores, los pequeños templos y los santuarios individuales. A continuación, las modestas chozas del pueblo se agrupan fuera del centro urbano.
La ciencia de los mayas no se limitaba a las matemáticas. También eran doctos astrónomos y esta disciplina era responsabilidad de los sacerdotes. El misterio del cosmos, el ritmo cíclico de las estaciones y su influencia en el cultivo del maíz, e incluso el ciclo de la vida y la muerte, del día y la noche, fascinaban a esta civilización.
Científicos investigan misterioso lago enterrado a más de 2 km debajo de la Antártida
ufoymisterios
Últimamente y gracias a la tecnología, se han realizado descubrimientos asombrosos que tienen como principal objetivo darle una mayor información a la humanidad acerca del lugar en el que habitan. Sin embargo, en esta ocasión fue el turno de la Antártida, pues científicos descubrieron un gran lago que estaba oculto en el interior del hielo. Cavaron durante dos días para poder llegar al punto que querían para explorarlo adecuadamente.
Un lago en la Antártida
A 3,500 pies de profundidad se encontraba el misterioso lago que durante la víspera de Navidad y Año Nuevo fue perforado para saber exactamente de qué se trataba. Fue un proceso particularmente largo y les llevó muchísimo trabajo obtener el lugar perfecto para comenzar el proceso de excavación. Tuvieron dos días en los que realizaron largas jornadas de increíble trabajo para lograr con éxito la operación que se llevó a cabo.
Una vez se obtuvo la perforación, se comenzaron a hacer estudios acerca del lago en cuestión, como la temperatura, la profundidad e incluso el tamaño. Aseguraron que medía el doble de Manhattan, algo que resultó realmente impresionante. Esto es algo que, sin duda, logró captar de forma grata la atención del público que se encontraba para los preparativos de las festividades navideñas ¡Es algo realmente asombroso!
La perforación
Aunque pareciera que el proceso de perforación es el más simple, lo cierto es que resulta más complicado y tedioso de lo que parece. Los encargados deben encargarse de verificar la pureza del agua y limpiarla si es necesaria. No obstante, tras un largo día en el que estuvo en período de prueba, se comprobó que el agua tenía un 99.9% de pureza y que, de hecho, tenía la capacidad para ser completamente potable. Algo increíble.
Ocho días antes de la excavación se colocaron para que los encargados pudieran hacer todo tipo de pruebas con el agua y evitar así que ocurrieran accidentes en el futuro. En definitiva, fue uno de los detalles más minuciosos que se llevaron a cabo para comprobar si el agua del lago recientemente descubierto realmente era apta para los seres vivos. Se concluyó que era realmente pura en muchos sentidos, especialmente por la temperatura.
Lago Subglacial
Luego del descubrimiento ya se realizaron los primeros pasos, lo siguiente es continuar investigando todo acerca de su composición. En definitiva, esto es lo más profundo que una persona ha llegado a estar en la Antártida. ¡Un logro asombroso! Y seguramente vendrán más.
Tierra de misterios, leyendas y datos que aún hoy suponen un nutrido campo de contradicciones y especulaciones entre los estudiosos, el Imperio Egipcio sigue siendo uno de los enigmas más fascinantes a ojos de la humanidad. Alrededor suyo se han construido diversas historias que dan fe del complejo pensamiento humano y sus monumentos representan una de tantas maravillas que el hombre ha legado al correr de la historia.
El primero en sugerir que las pirámides de Egipto habían sido construidas por esclavos fue el historiador griego Heródoto en el siglo V a.C., pues éste especuló que habían sido erigidas por hombres sometidos para trabajar bajo condiciones infrahumanas. Sin embargo, algunos grupos de egiptólogos tienen la certeza de que cuadrillas de trabajadores e ingenieros asalariados fueron los encargados de edificarlas. Sin duda, la historia continúa siendo escrita en el presente.
Bajo esa misma óptica de especulación y leyenda, aparece la vida de uno de los faraones que revolucionaron diversos aspectos del Egipto que gobernó. Amenofis IV, mejor conocido como Akhenatón, fue un hombre que llevó la polémica en la sangre y sus acciones se vieron reflejadas por ella. Se le recuerda por haber destituido la religión politeísta tan característica de los egipcios para adorar a una sola deidad a la que le debía toda su atención: Atón, dios que representaba al Sol. Akhenatón significa «Atón está satisfecho» o «Espíritu eficaz de Atón».
Jorge Dulitzky, historiador y experto en egiptología, dice en entrevista para el diario ABC: «Akhenatón abolió el ritual dedicado a Amón y a otros dioses menores que se celebraba todos los días, pues era una ceremonia costosa llevada a cabo por una legión de sacerdotes que despertaban a los dioses, los limpiaban, vestían, alimentaban y les hacían reverencias como si fueran reyes».
A este cambio tan revolucionario y polémico, que contradecía las tradiciones impuestas por sacerdotes y gobernantes poderosos, se sumó otro movimiento trascendental en la historia de Egipto: Akhenatón trasladó la capital de su imperio a Akhetatón (actual Amarna), conocida en la actualidad cómo la “Ciudad Maldita”, en lugar de la tradicional Tebas. En tan sólo 10 años, aproximadamente, la ciudad pasó de ser una simple villa a convertirse en una urbe gigante.
Se trata de un tiempo récord para una ciudad que se caracterizó por poseer inmensas mansiones, lujosos salones, amplias columnas, lagos artificiales, es decir, todo lo que una verdadera capital debía poseer para presentar la majestuosidad de Akhenatón y su esposa Nefertiti. Reina con la que se presentaba a menudo en los actos públicos que ambos precedían ante sus gobernados. Las obras debieron ser duras, llenas de grandes esfuerzos y con la participación de los más famosos ingenieros y artistas, además de hombres diestros y fuertes para soportar las extenuantes jornadas.
Decíamos que Heródoto fue el primer hombre en la historia en sugerir la idea
de que las imponentes pirámides de Egipto habían sido levantadas por esclavos
. Siglos más tarde, la idea de que en Egipto la esclavitud se usó más allá de
actividades de servidumbre, renace en palabras de la arqueóloga Mary
Shepperson, cuando sostiene la sospecha de que niños esclavos participaron en
la construcción de Akhetatón: «La explicación más obvia no es agradable:
estos niños y adolescentes pudieron haber sido utilizados como mano de obra
y obligados a realizar frecuentemente trabajos pesados».
Shepperson basa sus sospechas en el hallazgo de varias osamentas
infantiles en un cementerio ubicado en el norte de Amarna con lesiones
traumáticas, fracturas de columna y enfermedades degenerativas muy
comunes en personas que cargaban objetos sumamente pesados. Ésta
puede ser una de las explicaciones más factibles del porqué la nueva capital
se terminó de construir en un tiempo tan veloz.
De ser cierta esta teoría, la impopularidad que Amenofis IV ganó en vida -sobre
todo entre los afectados por el nuevo culto monoteísta- incrementaría en la
actualidad con esta tiránica manera de proceder. Se sabe desde hace décadas que
el cementerio de la zona norte de Amarna fue una necrópolis dedicada a los que
no tenían cargo alguno en la escala jerárquica egipcia (probablemente esclavos
traídos de otras latitudes). Las tumbas presentan entierros descuidados y sin
ningún tipo de ceremonia funeraria, algo poco común en aquellos tiempos.
Las investigaciones han revelado que el 90 % de los esqueletos hallados
comprenden edades desde los 7 hasta los 25 años. Los investigadores
sospechan que las condiciones de trabajo pudieron ser tan arduas que
quizá la edad máxima a la que aspiraban los que trabajaron en la edificación
de Akhetatón era de hasta precisamente 25 años. El estado de los cuerpos
«sugiere que no fueron devueltos a sus familias para su entierro, que vivían y
morían lejos del cuidado de sus familiares», concluye Shepperson.
Una situación contraria se vive con los cadáveres hallados en el cementerio de
la zona sur de Amarna: en este sitio, los entierros suelen ser familiares (cuerpos
concentrados en grupos de seis, aproximadamente), en los que se nota la
presencia de cuerpos adultos, tanto femeninos como masculinos, además de los
infantiles. Esto se corresponde más a las costumbres de Egipto, en las que la
familia tenía una importancia por demás relevante.
Esta teoría aún tiene que ser validada por medio de numerosos estudios e
investigaciones. Como muchas de las leyendas que existen sobre el Antiguo
Egipto, la aportación de Shepperson permanece en el terreno de la especulación. Akhetatón, a pesar de su corta duración como capital de Egipto (sólo 12 años) revolucionó a
la sociedad de aquel territorio debido al esplendor de su vida artística, caracterizada
por la libertad creativa que se le otorgaba a sus ejecutantes.
Una vez que el polémico adorador de Atón falleció (1332 a.C.) Akhetatón fue
abandonada y la capital regresó a Tebas. Asimismo, el culto politeísta se
restableció de manera permanente, dejando atrás las ideas contrarias de un
faraón que sigue desafiando a la historia.
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Lleno de fascinación, dudas y el propósito de conocer más sobre la civilización
más enigmática del mundo, te habrán hecho preguntarte: ¿cómo eran realmente
los faraones del Antiguo Egipto?
Dentro de todo el cúmulo de misterios que llenan los espacios vacíos del
remoto Egipto se encuentra uno tan misterioso como la vida de su esposo:
En la madrugada del 1 de septiembre de 1666, a Thomas Farriner le despertaron las llamas del bajo de su vivienda, donde tenía los hornos de su panadería, en el que fue el comienzo del fuego más devastador de la historia de la capital británica
A la una de la madrugada del 1 de septiembre de 1666, a Thomas Farriner y a su familia les despertó una espesa humareda. El bajo de su vivienda en Pudding Lane, donde se encontraban los hornos de su pequeña panadería, estaba en llamas. Lograron salvarse en el último segundo al saltar desde su tejado a una casa vecina. La doncella –que dejó sin apagar uno de ellos antes de retirarse a descansar, según la hipótesis principal– se quedó paralizada de terror y pudo seguirlos. Fue la primera víctima de lo que en horas se convirtió en el incendio más devastador de la historia de Londres.
«Desde la superficie del Támesis, de cara al viento, se sentía uno casi quemado por las chispas», anotó en su diario el célebre cronista inglés y funcionario del Almirantazgo, Samuel Pepys. Estaba contemplando desde una pequeña balsa en el río aquel espectáculo pavoroso que duró cuatro días y arrasó la cuarta parte de una capital que tenía entonces 350.000 habitantes. Las llamas acabaron con 13.200 casas y 83 iglesias y se propagaron por 400 calles. La catedral de San Pablo, que contemplaba la City desde hacía cuatro siglos, quedó destruida. Sin embargo, los registros oficiales solo recogieron, milagrosamente, seis muertes.
Farriner siempre negó que la catástrofe hubiese comenzado con una chispa en sus hornos. Como Inglaterra se encontraba en guerra contra Holanda y enemistada con Francia y España, el humilde panadero intentó culpar a estas potencias extranjeras y a los católicos. En la exposición organizada por el Museo de Londres en 2016, con motivo del 350 aniversario del incendio, incluyeron un libro de la época en el que se defendía que había sido consecuencia de un ataque urdido por los pérfidos jesuitas.
Las teorías conspiranoicas calaron en unos vecinos presos de la ira tras ver cómo sus hogares se habían reducido a cenizas. De hecho, intentaron linchar a todos los foráneos que identificaron por las calles. El embajador español, el conde de Molina, tuvo que dar refugio a varios compatriotas para que no acabaran con sus vidas. La primera víctima de la justicia popular fue un tal Robert Hubert, un francés al que acusaron de iniciar el fuego con el testimonio incriminatorio de, entre otros, el panadero.
«Fue la mano de Dios»
Como se pueden imaginar, no le dio tiempo a defenderse. Pocas horas después se encontraba «bailando en el árbol de Tyburn». Es decir, fue enviado a la gigantesca horca que había en el extremo oeste de lo que hoy es la Oxford Street. La misma en la que fueron ejecutadas alrededor de 50.000 personas entre 1196 y 1783. El último condenado a muerte fue John Austin, un conocido asaltante de caminos. Hubert, sin embargo, tuvo la mala suerte de que un capitán declarara que lo había traído a Inglaterra en su barco dos días después del inicio del incendio, pero este ya había sido ahorcado.
Al Rey Carlos II de Inglaterra no se le ocurrió otra cosa que acabar con los bulos y las palizas, señalando ante un grupo de vecinos furibundos al ‘verdadero’ culpable: «Fue la mano de Dios, no un complot». La teoría caló entre las víctimas, que no podían creerse cómo podían estar viviendo aquel infierno después de la gran plaga de peste que había asolado la ciudad dos años antes. «Hubo 75.000 muertos por la epidemia, a pesar de la evacuación en masa. Fue una oleada trágica de dolor y pánico que provocó escenas espeluznantes por los fallecimientos en racimos y la rápida disposición de los muertos, que con el lúgubre son de la campana anunciaba el carro en el que se hacinaban y trasladaban los cadáveres para evitar la propagación», contaba ABC en un reportaje de 1966 titulado ‘La gran plaga y el gran incendio de Londres (1666-1966)’.
Solo dos años después de esta desgracia, y sin tiempo para reponerse, llegó la nueva, a la que el otro gran diarista de la Restauración, John Evelyn (1620-1706), se refirió así: «La conflagración fue tan universal y la gente se quedó tan asombrada que, desde el principio, no sé por qué abatimiento o destino, apenas se movió para apagarla. No se oyeron más que gritos y lamentos y solo se vieron criaturas distraídas corriendo sin intentar salvar sus bienes. Había sobre ellos una consternación muy extraña».
«Las criadas, que habían trasnochado para preparar la fiesta del día siguiente, despertaron a Samuel Pepys alrededor de las tres de la madrugada para informarle de que se veía un gran fuego en la ciudad. Este cuenta que se levantó y que, ‘poco acostumbrado a observar incendios’, pensó que la localización era lejana y se volvió a dormir tranquilamente. Se levantó a las siete de la mañana para vestirse y observó el fuego desde la ventana de su casa, situada en Seething Lane, cerca de la Torre de Londres. Siguió creyendo que no era tan cercano y tan intenso como en realidad era.
El servicio le informó entonces de que habían ardido ya más de 300 casas, que el fuego se extendía a lo largo de Fish Street y que el London Bridge estaba en llamas. Impresionado ‘hasta los tuétanos’, según su propia frase, se desplazó a la Torre de Londres y observó que, efectivamente, todo el puente estaba preso de un fuego ‘infinito’. Parecía un arco de llamas tendido de un lado al otro del Támesis. Visitó entonces al lugarteniente de la Torre, el cual le informó de que el fuego se había iniciado en el obrador del panadero del Rey, en Pudding Lane, y que había ardido la iglesia de San Magnus y la mayor parte de Fish Street. Pepy observó sentimentalmente que ‘los pobres pichones, no queriendo abandonar sus cobijos, revolotean alrededor de los balcones y ventanas de las casas en llamas, y se desploman después al quemárseles las alas’».
Al parecer, el Rey y el duque de York llamaron a este cronista, cuyo diario no se publicó hasta un siglo después. Este les indicó que si no derribaban las casas, no habría medio de contener el fuego. El monarca le encomendó que diera la orden en su nombre al lord mayor, al que después se encontró en Canning Street, físicamente derrotado, con un pañuelo ceñido al cuello y gritando: «¡No me obedecen! He derribado muchas casas, pero el fuego avanza con más rapidez que nosotros». Fue en ese momento cuando Pepys se embarcó en una balsa y se puso a cubierto en medio del Támesis, desde donde siguió observando el espectáculo dantesco:
«La contemplación de la gran hoguera que cubría una enorme extensión, nimbada por el arco fulgurante del puente de Londres en llamas, sobrecogía el corazón y hacía llorar a nuestros ojos, que estaban irritados por el humo caliente, el polvo de ceniza y las chispas que nos alcanzaban. Iglesias y casas, todo estaba ardiendo. El ruido espantoso por el estampido de los gases y los materiales en combustión, los derrumbamientos y la sensación de cataclismo nos hicieron volver a nuestras casas con el ánimo deprimido».
La reconstrucción
El verano de 1666 había sido extraordinariamente cálido y seco, y en los cuatro días que duró el incendio corrió un viento del Este sostenido que en nada ayudó a ponerle fin. Una de las causas de su rápida expansión fue el aumento de los precios por parte de las autoridades sobre las construcciones de ladrillo. Eso llevó a muchos vecinos a seguir utilizando la peligrosa madera en la construcción de sus viviendas. Además, estas se concentraban en callejones muy estrechos, donde sus fachadas casi se tocaban.
Este hecho convertía a Londres en una especie de olla a presión. Cuando finalmente estalló, el humo llegaba tan lejos que se hizo visible desde Oxford, a 80 kilómetros de distancia. Muchos de los damnificados tuvieron que vivir durante ocho años en tiendas de campaña a las afueras de la ciudad. Otros se refugiaron en barcas sobre el río Támesis. Los trabajos para recuperar la City, el histórico barrio financiero que se convirtió en el más afectado de Londres, se prolongaron durante cuarenta años. Cuando ardió la catedral de San Pablo, el arquitecto que le iba a devolver su esplendor, Christopher Wren, tenía 33 años. Cuando completó la obra, 79.
«La reconstrucción de la amada capital fue el primer propósito de los londinenses. El Gran Incendio tuvo un balance beneficioso para ella, pues la reedificación fue vasta y pudo obedecer a un plan reflexivo de conjunto que representó un gran progreso sobre la antigua ciudad», apuntaba ABC trescientos años después.
El fuego provocó que 14 años después se fundase en Londres la primera compañía de seguros. Hubo, además, una campaña en todo el país para recaudar dinero con el que cubrir el coste de los trabajos. El Parlamento aprobó en febrero de 1667 una Ley de Reconstrucción y se constituyó un Tribunal del Fuego para dirimir los pleitos originados por la catástrofe. En 1711, Londres tenía ya 550.000 vecinos, una flamante catedral y estaba en guerra de nuevo con España. Pudding Lane se convirtió en una atracción turística, aunque solo tres edificios de madera sobrevivieron a las llamas.