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En Cataluña abundan los pueblos con encanto donde la belleza del entorno se combina con una rica tradición culinaria. Desde las aldeas costeras bañadas por el Mediterráneo hasta los rincones de montaña escondidos en el Pirineo, muchos de estos lugares sorprenden no solo por sus calles empedradas, sino también por la calidad de su gastronomía.
Gironella es uno de estos lugares. Una villa situada al sur de la comarca del Berguedà, en Barcelona, que se extiende a ambos lados del río Llobregat. Su historia reciente está, estrechamente, ligada al auge industrial, como lo demuestran las cuatro colonias fabriles que todavía se conservan: Cal Bassacs, Viladomiu Vell, Viladomiu Nou y Cal Metre.
El casco antiguo se levanta en lo alto de una colina, donde se mantienen algunos vestigios medievales, como tramos de muralla o los restos del antiguo castillo, sobre los cuales se erige hoy el ayuntamiento. También, allí encontramos la iglesia, la antigua cárcel y varias casas solariegas de familias notables, entre las que sobresale la de los Bassacs, origen de una de las colonias más emblemáticas.
Vistas de Gironella
La huella religiosa también es visible en cada núcleo de este pueblo. En el centro destacan la antigua iglesia de Santa Eulalia, del siglo XIII, con un pasado ligado a usos industriales, y la nueva parroquia de Santa Eulalia, levantada en el siglo XX, para dar respuesta al crecimiento demográfico. En las colonias encontramos templos como Santa María de Bassacs, Sant Marc en Viladomiu Vell o el Sagrat Cor en Viladomiu Nou.
Más allá de lo religioso, Gironella conserva otros vestigios de interés: los restos del puente románico de Sant Marc, vinculado al antiguo 'camino de la sal' hacia Cardona, o la Farmacia Homs, abierta a finales del XIX, que mantiene intacto el mobiliario modernista de la época.
La gastronomía de Gironella
La cocina de Gironella refleja la tradición culinaria del Berguedà, con platos que expresan la riqueza del territorio con productos de kilómetro cero. Sin duda, uno de los grandes protagonistas es la escudella de blat de moro escairat --una sopa espesa elaborada con maíz 'escuadrado' (es decir, un tipo de maíz local pelado y secado), cocido junto con carne de cerdo y, a veces, con legumbres--. Es considerada una joya de la gastronomía navideña de la zona.
Además, la comunidad disfruta de embutidos caseros como butifarras, longanizas, 'bull' hervido, quesos artesanales, cocas y pan tradicional, que se elaboran en el entorno local. También, destaca el guisante negro, una legumbre local.
Dónde comer
Si vas a este precioso pueblo, la recomendación del día es ir a Cal Pajares. Un restaurante de Gironella con una gran gastronomía tradicional, casera y de proximidad, elaborada diariamente con productos frescos y locales. Lo que le ha valido más de 35 años de experiencia y reconocimiento como referente de la cocina casera en un entorno familiar.
Su propuesta incluye un menú diario, equilibrado y sabroso, ideal para quienes buscan calidad y buen precio, así como menús especiales para grupos, perfectos para celebraciones, eventos familiares o reuniones.
Entre los platos disponibles se pueden encontrar ensaladas como la de xató o la de queso de cabra; cocas creativas, como la de escalivada con anchoas o la coca de contrastes con brie, membrillo y botifarra; canelones caseros; pastas como tagliatella a la carbonara; fideuá de temporada o cóctel de gambas con piña.
En cuanto a las carnes, predominan las recetas a la brasa como el solomillo o entrecot de ternera Angus de Cardona, la botifarra artesana, el cordero del Berguedà, las manitas o muslo de pollo, junto con opciones como carrillera de cerdo al horno o callos de ternera con chorizo. Para los amantes del mar, la oferta incluye sepia, rape, merluza o bacalao preparado con guarnición, además de gambas al ajillo con brandy o salmón a la plancha con verduras.
También, disponen de un menú festivo (23,90 €), con opciones de primeros, segundos y postres como crema catalana, flan, yogur natural o mató con miel de la comarca.
