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El Centro de Predicción del Clima Espacial de la Administración Nacional Oceánica y Atmosférica (NOAA) de Estados Unidos pronosticó para este fin de semana una “tormenta solar severa” —clasificada como G4—. Estas tormentas geomagnéticas son un fenómeno habitual, sin embargo, a medida que el Sol se acerca al máximo de su ciclo se vuelve más intensas.
Una tormenta geomagnética tiene lugar cuando se producen erupciones solares y eyecciones de masa coronal (CME) en el Sol, lo que provoca una variación en el viento solar que golpea la magnetosfera de la Tierra, la ‘envoltura’ protectora del campo magnético de nuestro planeta.
El Sol ha producido una serie de erupciones solares y eyecciones de masa coronal desde el pasado 8 de mayo. Tres de las llamaradas se clasificaron como X1.0 y una llamarada como X2.2 —la clasificación X denota las llamaradas más intensas, mientras que el número proporciona más información sobre su fuerza, según la NASA—. Como decimos, estos eventos coinciden con el máximo de actividad en el ciclo solar de 11 años, previsto entre enero y octubre de este año.
Tal ha sido su magnitud que la NOAA ha dicho que es la tormenta solar más grande desde octubre de 2003.
¿Por qué las tormentas solares son un problema para la Tierra?
En principio, cuando se trata de fenómenos poco intensos, las tormentas geomagnéticas no suelen tener mayor repercusión en nuestro planeta. Pero en casos como el que se ha vivido este fin de semana, estos incidentes geomagnéticos se pueden notar en la Tierra.
¿Cómo? En lo referente a la parte más visual, las tormentas solares de intensidad severa provocan esas fascinantes —e inofensivas— auroras boreales que se han podido presenciar en muchas partes del mundo durante los últimos días. Las partículas cargadas del Sol chocan con las partículas que forman la atmósfera de la Tierra a lo largo de sus polos magnéticos, emitiendo esa luz visible.
Sin embargo, estos eventos espaciales tienen un efecto negativo: las tormentas solares pueden alterar los sistemas de navegación terrestres —como el GPS—, provocar perturbaciones en infraestructuras como la red eléctrica y las comunicaciones por radio y satélite e incluso representar riesgos para las naves espaciales y los astronautas.
Un ejemplo de su repercusión en ‘nuestro’ espacio es que Starlink, el Internet satelital de la compañía SpaceX de Elon Musk, advirtió el sábado sobre un “servicio degradado” mientras la Tierra era azotada por la mayor tormenta geomagnética debido a la actividad solar en dos décadas.
El Servicio de Clima Espacial México (Sciesmex) del Instituto de Geofísica de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) también ha señalado las consecuencias de las tormentas solares en la zona: “Esos eventos provocaron en la región donde se ubica la República mexicana algunos fallos en comunicaciones en bandas de radio de alta frecuencia HF”, apuntaban.
Finalmente, en Estados Unidos, las tormentas solares produjeron también una interrupción de los satélites GPS, paralizando las operaciones de algunos agricultores del Medio Oeste, informa 404 Media. Los problemas obligaron a muchos a dejar de sembrar “justo cuando se acerca una fecha límite crucial para la siembra de maíz”.
¿Por qué se producen estas intensas tormentas solares?
Según un gráfico de la NOAA, varias erupciones solares recientes en la última semana están asociadas con un gran cúmulo de manchas solares aproximadamente 16 veces más ancho que la Tierra.
Desde que comenzó el ciclo solar en curso en diciembre de 2019, la NOAA solo ha observado tres tormentas geomagnéticas severas, la más reciente —también con clasificación G4— ocurrió en marzo de 2024. La última tormenta geomagnética G5, un nivel más severo, ocurrió en octubre de 2003 y causó cortes de energía en Escandinavia y daños a infraestructuras en lugares tan al sur como Sudáfrica, según el mismo gráfico.
Este organismo oficial aseguraba el pasado viernes que habían “notificado a los operadores de infraestructura crítica”, incluidas “las comunicaciones, los satélites y las plantas de energía eléctrica” del fenómeno para estar preparados en caso de que hubiera grandes afecciones en la Tierra.