La historia se escribe en los refugios de Kiev: Sviatoslav y Yaryna, 'boda exprés' antes de alistarse y empuñar el fusil
“Parece una junta de vecinos, todo el mundo se conoce, estamos hablando sólo de las noticias buenas sobre las victorias del ejército ucraniano”. Anastasia tiene 38 años, es directora de la cadena de televisión local de Kiev (la capital de Ucrania que se encuentra ya bajo el acecho de las tropas rusas de Vladímir Putin) y cuenta su experiencia en uno de los refugios antibombas repartidos por la ciudad. “Nadie come, creo que por los nervios”, explica.
Anastasia recuerda cómo la noche del 24 al 25 de febrero fue una de las más oscuras y tensas en la historia de Ucrania. Las autoridades locales implantaron el toque de queda a partir de las 23h y aconsejaron a la gente esconderse en los refugios antibombas. La ciudad se quedó petrificada por la ansiedad esperando el desarrollo de los acontecimientos y muchos decidieron seguir la sabiduría antigua ucraniana: "En tu propia casa te ayudan incluso las paredes", reza un popular refrán del país.
Yaryna Arieva, de 21 años, diputada en el Parlamento ucraniano, y su novio Sviatoslav Fursin, de 24, se acaban de casar en el Monasterio de San Miguel de las Cúpulas Doradas. La boda la tenían planeada para mayo. Cuando empezó la guerra, decidieron que querían estar juntos “pasé lo que pasé, incluso en el caso de que tuviéramos que morir”. Organizaron la boda en tres horas y ya por la tarde decidieron que, aunque no tenían experiencia militar, iban a empuñar un arma (en Kiev se han repartido 18 000 unidades) y a alistarse en la defensa territorial.
En una de las sedes no le dejaron apuntarse por la edad (las mujeres solo pueden participar en la defensa territorial de Kiev a partir de los 30 años), así que acudieron a otra. “Estoy preparada para defender a mi país ante el ataque por parte de Rusia. Espero que todo al final vuelva a normalidad y vivamos en una Ucrania libre", desea Yaryna con esperanza.
"Tenemos todo lo que necesitamos: agua y luz. Así que estamos aquí. Los niños, mujeres y animales"
Julia tiene 26 años y es abogada de uno de los mejores despachos del país. Nunca pensó que su vida cambiaría tan drásticamente. Dice que por la noche los servicios de investigación informaron que “el enemigo tiene entre sus planes conquistar la capital y establecer su control. Así que emocionalmente fue muy duro”, se lamenta.
Llegó a la casa de su hermana y su marido para esconderse en el aparcamiento de su edificio durante el día y así, por la noche, tener una oportunidad para descansar en turnos (dormir fue imposible) hasta las tres de la mañana.
“Cada minuto esperábamos noticias desde Gostomel, donde se estaban produciendo las batallas entre nuestro Ejército y los enemigos. A las 4:20h escuchamos los explosivos. Pensamos que había sido un cohete, pero fue un avión ruso que habían destruido los nuestros. A las 6:30h escuchamos los explosivos de nuevo y decidimos salir de la ciudad sin rumbo concreto”.
"Se descansa en turnos, la gente se prepara para salir a la calle, esconderse en el metro, en los trasteros de los edificios y en los aparcamientos"
Como Julia, muchos otros habitantes de la capital ucraniana pasaron la noche totalmente vestidos, descansando en turnos, preparados para salir a las calles y esconderse en el metro, en los trasteros de los edificios y en los aparcamientos. Escuchaban las noticias que les llegaban desde diferentes partes del país, llamaban a sus familias en Melitopol y en Henichesk (las ciudades controladas ahora por los rusos) y rezaban por sus hijos, por sus padres y por sus novios que están apostados en la línea del fuego.
Las guarderías y las escuelas en las que hace dos días los niños llegaron para obtener sus primeras experiencias de vida se han convertido en refugios para miles de habitantes. Anastasia encontró el refugio en una antigua escuela de arte, ya que el trastero de su edificio no estaba preparado para acoger a la gente y estaba lleno de residuos de construcción. “La escuela de arte, ubicada en el centro de la ciudad, no es un sitio especializado, pero es un edificio antiguo con paredes gruesas y en la planta -1 tenemos todo lo que necesitamos: agua y luz. Así que estamos aquí. Los niños, mujeres y animales”, relata Anastasia.
En los momentos críticos, la gente ordinaria se ha convertido de repente en los héroes del país. “¿Estás a salvo?”, pregunto a un compañero del trabajo que este pasado jueves estaba trabajando en un proyecto informático. Su respuesta es que se ha marchado a zona de guerra. Y no sabes qué contestar, salvo que, por favor, vuelva pronto para acabar su proyecto antes de la fecha límite.
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