Larazon
Mezclada con los opiáceos deprime el sistema respiratorio por lo que el riesgo de sobredosis se multiplica si se combina, como es usual, con el fentanilo o la heroína
Por primera vez Estados Unidos ha declarado «amenaza emergente» en el país por la combinación de fentanilo con xilacina, un tranquilizante no opioide de uso veterinario que cada vez se usa más para mezclar las drogas. La decisión llega en medio de una crisis sanitaria que el Gobierno estadounidense lleva años tratando de enfrentar sin demasiado éxito. Según los datos de la DEA (Administración de Control de Drogas), entre 2020 y 2021 las muertes por sobredosis de xilacina, conocida también como «tranq» o «tranq dope», aumentaron un 1.127% en el sur de EE UU., un 750% en el oeste, más del 500% en el medio oeste y 100% en el noreste.
Por su parte, los CDC (Centros para el Control de Enfermedades) informaron que en 2022 de las más de 110.000 personas que fallecieron a causa de una sobredosis, un 60% de los casos se debió al fentanilo, una droga considerada 50 veces más potente que la heroína y 100 veces más que la morfina.
Hay dos tipos de fentanilo: el fentanilo farmacéutico y el fentanilo fabricado ilícitamente. Ambos se consideran opioides sintéticos. El primero es recetado por muchos médicos en Estados Unidos para hacer frente al dolor severo. Por ejemplo, después de un parto por cesárea suelen recetar esta pastilla a las nuevas mamás o a enfermos avanzados de cáncer. En el segundo caso, se fabrica en mercados de drogas ilegales y al ser tan potente es más rentable para los cárteles de la droga que lo utilizan para cortar la heroína. El problema es que, si se excede, aunque sea por miligramos la cantidad de fentanilo al mezclarlo, la dosis puede ser mortal. Por su parte, la xilacina es un opioide que deprime el sistema respiratorio, por eso el riesgo de sobredosis se multiplica cuando se combina con heroína o fentanilo.
La designación genérica de «amenaza emergente» fue aprobada por el Congreso en el 2018, y el riesgo ahora es tan elevado que se hace uso de ella por primera vez desde entonces. Según el comunicado emitido por la Casa Blanca, «la decisión llega después de una cuidadosa revisión del impacto de la xilacina en la crisis de los opioide, incluido su papel cada vez mayor en las muertes por sobredosis en todas las regiones de Estados Unidos». Ahora la administración de Biden tiene 90 días para coordinar una respuesta nacional y hacer frente a una plaga extendida en los 50 estados del país. «Estamos trabajando rápidamente para desarrollar e implementar un plan de todo el gobierno a nivel nacional», explicó el doctor Rahul Gupta, director de la Oficina de la Política Nacional de Control de Drogas.
La designación también permite al presidente Biden utilizar parte de los 46.000 millones de dólares que ha solicitado al Congreso para combatir las drogas en la lucha contra la xilacina. Para ganar la batalla a la crisis de opioides es importante, señala el doctor Gupta, conocer al enemigo. «Necesitamos reconocer, en primer lugar, que se está produciendo un cambio de compuestos orgánicos y sustancias como la heroína y la cocaína a más sintéticos». Por eso, parte del presupuesto irá destinado a buscar la xilacina que se vende en la calle y recopilar datos sobre su uso y venta, además de desarrollar tratamientos para combatir una sobredosis de esta droga. El Gobierno está tremendamente preocupado porque las consecuencias son muy graves y es una «amenaza para la nación. Las personas a menudo terminan teniendo que amputarse las extremidades o con úlceras profundas», explicó el doctor Gupta.
El anuncio llega poco después de que el país, en un arranque de desesperación, siga probando maneras de frenar el número de muertos por sobredosis. La última estrategia ha sido precisamente liberar un antídoto contra la muerte por drogas para que esté al alcance de cualquier en las farmacias. Se trata de un medicamento conocido como Narcan, la fórmula comercial más conocida de la naxolona. Se administra nasalmente y puede revertir una sobredosis por heroína en cuestión de pocos minutos. Se trata del primer medicamento para el tratamiento de opiáceos de venta libre y miles de activistas llevan tiempo pidiendo que se vendiera fácilmente en las farmacias del país. El problema es que no es tan efectiva como para revertir el exceso de opioides y xilacina. De hecho, la Casa Blanca confirmó en su comunicado que «la xilacina está complicando los esfuerzos para revertir las sobredosis de opioides con naloxona». Otro problema que enfrenta el país es el coste del medicamento, 50 dólares por dos dosis. Por eso muchas organizaciones comunitarias y sociales han empezado a distribuirlo de forma gratuita en los vecindarios.
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