Y es que en este momento se juntan los más madrugadores que van camino a sus respectivos trabajos con aquellos que salen a hacer ejercicio y los que, tras una noche de fiesta y diversión por el centro barcelonés, todavía no se han acostado. A los laterales, justo en los soportales que marcan la frontera de la calle con El Gòtic, algo menos de una veintena de sintecho se refugian del frío y apuran sus últimos minutos de sueño antes de que sean desalojados.
Según comenta una trabajadora de la zona, la de hoy es una estampa poco habitual, pues suele haber bastantes más personas sin hogar durmiendo en la calle porticada. Entre ellos hay distintos perfiles, desde las personas que utilizan mantas térmicas y están equipados con mochilas hasta los que se apañan con un cartón como colchón y una manta fina para pasar la noche. A sus alrededores, palomas y gaviotas disfrutan de un buffet libre de desayuno conformado por los restos de comida que han quedado descubiertos del día anterior. Se trata de una zona sucia, llena de restos de latas, plásticos, brics, comida envasada y papeles. También hay residuos de copas sin terminar que, presumiblemente, alguna persona dejó allí durante la noche anterior.
Son pocas las personas que reparan en aquellos tan comúnmente ignorados. Algunos se acercan a mirar. Otros, rateros, revuelven impunemente entre las pocas pertenencias que tienen a ver si pueden llevarse alguna cosa y, aunque las menos, todavía hay personas que se acercan y dejan algo. Este medio ha podido comprobar como un turista ha dejado su sudadera cuidadosamente a uno de los sintecho mientras dormía.
Resulta particularmente representativa la imagen de estas personas congregadas para resguardarse del frío en unos soportales en los que se encuentra una oficina de turismo, pues expone dos caras de la misma moneda que es Barcelona: por un lado, la capital catalana, una de las urbes con mayor atractivo turístico del mundo, lugar de ocio, fiestas y un polo económico; por el otro, la metrópolis de los casi 5.000 sintecho. Según los últimos datos de mínimos de la Fundació Arrels, más de 1.230 personas duermen cada noche en la calle -una cifra con tendencia al alza desde hace años-. El resto, lo hará en albergues o refugios públicos o privados.
Habitualmente, entre las 7:00 y las 8:00 horas suelen ser desalojados por efectivos de la Guardia Urbana de Barcelona de los soportales. En concreto, hoy han podido estar allí hasta las 9:00. No es que pudieran descansar, pues para la llegada de los agentes ya estaban despiertos tras recibir varios sobresaltos por del ruido de coches, camiones y furgonetas que suben por La Rambla. La acción dura escasos momentos: un furgón del cuerpo policial para en la zona, dos agentes se bajan, comienzan a llamar a los sintecho para que se levanten y, en menos de cinco minutos, todos se han dispersado en múltiples direcciones.
DÍA A DÍA
Preguntados por este medio, los agentes confirman que esta acción se lleva a cabo todos los días. No hay altercados ni conflicto durante el transcurso de la misma. El cuerpo municipal abre el camino para que los técnicos de limpieza puedan hacer su trabajo. "Ellos pueden resguardarse del frío aquí durante la noche, pero la zona queda sucia todas las noches y hay que limpiarla para que puedan abrir los comercios" y se haga transitable a los peatones.
No es pequeño el trabajo que tienen por delante los operarios. En tan solo unos metros cuadrados se concentran decenas de cartones y pertenencias que los que allí han dormido han dejado atrás. También hay latas, envases, restos de comida, papeles y otros residuos abandonados ya no por los que allí duermen, sino por cualquier transeúnte que haya pasado por la vía a lo largo de la noche.
Por su parte, dos sintecho con los que ha podido hablar este medio confirman que la actuación policial no es brusca y que sirve, precisamente, para limpiar la zona. Ellos saben que esta noche volverán, pues los soportales de La Rambla, así como los de la avenida de Picasso, el parque de la Ciutadella y otros tantos puntos de la capital catalana funcionan como lugares de reunión para que duerman las personas sin hogar, que se juntan con la intención de generar la sensación de seguridad.
ATENCIÓN SOCIAL
La de este jueves es una historia que se repite día a día. Fuentes municipales explican a Metrópoli que "la actuación del conjunto de servicios municipales tiene clara la premisa de que hay que evitar el uso privativo del espacio público por parte de cualquier colectivo, a la vez que hay que ofrecer atención social adecuada a las personas que lo puedan necesitar. En la ciudad confluyen un gran número de personas que hacen un uso intensivo del espacio y que es necesario que todos esos usos se puedan garantizar".
"En lo que respecta a las personas con la dinámica de pernocta, los servicios sociales hacen acompañamiento y ofrecen la posibilidad de alojamiento en caso de que así lo quieran. Igualmente se les avisa previamente de los dispositivos puntuales que se puedan producir por la retirada de material que se pueda acumular, que siempre se ejecuta de forma coordinada entre todos los servicios", concluye el consistorio.
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