Hay topónimos que resultan absolutamente descriptivos de dónde se halla un pueblo o ciudad. Y otros en los que hay que adentrarse en el laberinto de la etimología para averiguarlo. En el asturiano de Cuevas del Agua hay literalidad. Para penetrar en el casco urbano hay que meterse en una cavidad rocosa.

Esta aldea –la habitan de forma permanente poco más de medio centenar de vecinos– perteneciente al concejo de Ribadesella, tiene una carretera que se adentra en una cueva de piedra caliza excavada por el agua del río Sella a lo largo de millones de años. El recorrido es de 300 metros, por los que discurre el asfalto, pues es el único acceso motorizado a la localidad. Pero como la cúpula está repleta de formaciones espectaculares (estalactitas, estalagmitas y columnas), hay habilitado un paso para peatones. La mayoría de los visitantes prefieren recorrer este pequeño tramo a pie para gozar de la singularidad del lugar. Le llaman la Cuevona.

Cuevas del Agua

Para penetrar en el casco urbano hay que meterse en una cavidad rocosa

Al salir por el lado sur, el espectáculo no decae. Cuevas del Agua es un típico pueblo asturiano, con las fachadas de las casas pintadas de vivos colores, que contrastan con algunos detalles de la piedra dejadas a la vista. Además, hay gran cantidad de hórreos en buen estado de conservación. Estos graneros característicos del norte de España construidos sobre pilares para evitar que la humedad y los roedores atacaran el grano, se diseminan por todo Cuevas. Hay quien dice que se trata de la localidad asturiana con más hórreos, aunque sea un dato que no consta oficialmente.

El caso es que tanto el paso del poderoso río Sella como algunos arroyos menores dieron paso, a partir de la edad media, a la instalación de diferentes molinos para moler el trigo. Cuando a partir del siglo XV llegó el maíz de América, se incorporó este grano a la molienda, y el número de molinos –y por tanto de hórreos– vivió su mejor momento.

Tras salir de la Cuevona, en un ambiente frío y húmedo, los visitantes se encuentran con un pueblecito alargado con apenas tres calles pero, nuevamente, con otra sorpresa. La localidad cuenta con estación de tren. El ferrocarril también ha salvado la muralla rocosa, aunque su acceso es invisible, por un túnel artificial. También hay agroturismo y un par de restaurantes.

Gracias a la fama de ser el único pueblo de España al que se accede atravesando una cueva, los curiosos que se acercan en fin de semana son numerosos. De ahí que se halla habilitado un aparcamiento a la entrada de la Cuevona. Allí se informa con paneles de la singularidad del acceso y la necesidad de cuidarlo. Aun así, siguen encontrándose inscripciones de los mentecatos que utilizan un punzón para dejar escrito que pasaron por tan espectacular entorno natural.

Ante la abundante afluencia de vehículos motorizados y el corto trayecto que hay desde Ribadesella, ha empezado a ser muy frecuente ver turistas que cubren el trazado en bicicleta o a pie, pues hay senderos bien señalizados (como Ruta de los Molinos) y con un desnivel muy asequible.

Cuevas del Agua se encuentra a 9 kilómetros de Ribadesella. Sin embargo, el trayecto en coche es retorcido y toma unos 20 minutos, avanzando por las carreteras RS-2 y RS-3.

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