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Hoteles con el cartel de completo, una Comisión Interministerial impulsada por el Gobierno y la expectación de la comunidad científica y la ciudadanía marcan ya la cuenta atrás para el trío de eclipses que vivirá España en 2026, 2027 y 2028. Un fenómeno astronómico "extraordinario", muy poco frecuente, que atraerá a miles de personas dispuestas a contemplarlo y a inmortalizarlo con sus cámaras.
El conocido como "trío ibérico" incluye dos eclipses solares totales —el 12 de agosto de 2026 y el 2 de agosto de 2027— y un eclipse anular el 26 de enero de 2028. En este último caso, la Luna no cubre por completo al Sol y se forma el característico anillo de fuego. "Sin duda, los de 2026 y 2027 serán los más espectaculares", asegura Rafael Bachiller, director del Observatorio Astronómico Nacional (IGN) y presidente de la Comisión Nacional del Eclipse.
El último eclipse anular visible en España se produjo el 3 de octubre de 2005 y cruzó la Península desde Galicia hasta Alicante, pasando por Madrid, explica a este medio David Galadí, coordinador de la Comisión Nacional del Eclipse. En cuanto a los totales, el más reciente visible en el país fue en 1959, aunque solo desde Canarias. En la Península, los últimos fueron el 17 de abril de 1912 —que duró apenas unos segundos— y el 30 de agosto de 1905.
"Vemos, por tanto, que ha pasado bastante más de un siglo entre dos eclipses solares totales de calidad en nuestro país", apunta Galadí. "La coincidencia de tres eclipses solares centrales en un área como la península ibérica, de unos 1.000 km de diámetro, en un intervalo de tres años, es un suceso tan excepcional que nadie hasta ahora se había detenido a calcular su probabilidad", añade.
A nivel continental, el experto advierte que Europa atravesará una "sequía considerable de eclipses totales" durante el siglo XXI: tras los ibéricos de 2026 y 2027, no habrá otro hasta 2053. Después, en 2081, un eclipse cruzará Francia, Italia y los Balcanes, y en 2090 se podrá ver otro desde el canal de la Mancha. "¡Y nada más! Por eso nuestros eclipses de los años 2026 y 2027 son importantes para Europa", subraya.
¿Dónde verlos mejor?
El eclipse de 2026 comenzará a las 17.34 hora peninsular española en el mar de Bering y terminará a las 21.58 en el Atlántico. Su franja de totalidad cruzará el Ártico, Groenlandia, Islandia y después la Península, de oeste a este, pasando por ciudades como A Coruña, León, Bilbao, Zaragoza, Valencia y Palma. Será total en gran parte de la mitad norte y en Baleares, y parcial en el sur.
El de 2027 arrancará a las 9.30 horas en el Atlántico y recorrerá el estrecho de Gibraltar, la costa del norte de África y Oriente Próximo hasta el Índico. En Europa solo podrá observarse como total desde España. La franja cubrirá Ceuta y Melilla, Cádiz, buena parte de Málaga y el sur de Granada y Almería. En el resto del país será parcial, aunque en todos los puntos, incluida Canarias, el oscurecimiento superará el 70%.
En cuanto al eclipse anular de 2028, comenzará en el océano Pacífico, y atravesará parte de América del Sur y el Atlántico antes de llegar a Portugal y terminar en España. Será visible al atardecer en Andalucía, sur de Extremadura, Castilla-La Mancha, zonas de Madrid, Aragón, Murcia, Comunidad Valenciana, parte de Cataluña y las islas baleares occidentales. En el resto de España se apreciará como parcial.
El primer eclipse, al coincidir con la puesta de sol, brindará fotografías espectaculares al combinarse con el paisaje, afirma Bachiller. "Algunas de estas imágenes se convertirán en iconos de los lugares y perdurarán durante décadas". Por su parte, el anular destacará por su larga duración —más de cuatro minutos en el sur de Andalucía, Ceuta y Melilla— lo que hará que "la experiencia sea verdaderamente inolvidable".
Decae el interés científico
Durante siglos, los eclipses solares fueron un gran recurso para la ciencia, pero los avances tecnológicos han cambiado este panorama. "Desde que el astrónomo Bernard Lyot inventó un instrumento llamado coronógrafo en 1930, los eclipses solares han perdido parte de su interés científico", señala Bachiller, y explica que este instrumento crea "eclipses artificiales" para estudiar las capas externas del Sol sin necesidad de esperar a uno natural.
En el pasado, servían para obtener datos sobre la Luna, la estructura solar o la atmósfera terrestre; así como también ayudaron a detectar irregularidades en la rotación de la Tierra. "El eclipse solar total del 29 de mayo de 1919 es famoso porque la observación de estrellas durante este fenómeno, desde África y Brasil, sirvió para comprobar la teoría de la relatividad general de Einstein", recuerda Galadí.
Hoy, aunque han perdido parte de su valor en la física solar, siguen siendo muy útiles para analizar lo que ocurre en la Tierra durante el oscurecimiento. "Es interesante estudiar en qué grado varía la luminosidad, la temperatura o el viento; o incluso el comportamiento de los animales", resalta Bachiller.
En España ya se preparan experimentos para los eclipses que vienen, desde sensores distribuidos por la franja de totalidad hasta observaciones del comportamiento de aves e insectos. Incluso se plantean campañas desde globos aerostáticos. Proyectos en los que colaborarán astrónomos profesionales y aficionados junto con especialistas de otras disciplinas.
Más allá de lo científico, los eclipses se han convertido en un espectáculo natural con gran potencial divulgativo para atraer al público hacia la ciencia. "Es especialmente interesante su aplicación didáctica y también son uno de los grandes motores, a nivel mundial, de un turismo científico de calidad y respetuoso con el medio. Sin duda un país como España explotará este aspecto de los eclipses de los años 26 y 27", concluye Bachiller.
Observar un eclipse de forma segura
Los eclipses solares son espectáculos únicos, pero también entrañan riesgos si no se toman precauciones. "La gran cantidad de radiación que emite el Sol a diversas longitudes de onda (principalmente del infrarrojo al ultravioleta) puede dañar permanentemente la vista, produciendo incluso ceguera", advierte el presidente del Observatorio Astronómico Nacional.
Como regla general "nunca debe observarse el Sol directamente, ni con aparatos ni con filtros ni a simple vista". La retina puede quemarse o cegarse parcialmente sin aviso, ya que no produce dolor, y el daño puede ser "instantáneo e irreparable". Esto se refiere tanto al Sol sin eclipsar como al Sol eclipsado parcialmente o al eclipse anular: la cantidad de radiación que llega del 1% de la superficie del Sol es suficiente para dañar la vista.
Para disfrutar del fenómeno de forma segura, Bachiller recomienda utilizar las denominadas "gafas de eclipse", que se pueden adquirir en planetarios y tiendas especializadas. Están diseñadas para observar el Sol durante periodos cortos —"inferiores al minuto"— y deben ser homologadas, con la inscripción EN-ISO 12312-2:2015 y el marcado CE en el caso de Europa. Además, es importante que estén en perfecto estado, "sin raspaduras, perforaciones, arañazos, roturas ni dobleces".
Siguiendo estas recomendaciones se podrá ser testigo de un fenómeno histórico para cuyo arranque falta un año pero que ya está movilizando al mundo.
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