Metropoli
Centro de justicia juvenil L'Alzina, en el que un menor atacó a tres vigilantes con una barra de hierro
Aumenta el conteo de agresiones a trabajadores en el centro de menores l'Alzina, ubicado en la localidad de Palau Solità i Plegamans (Barcelona). Las instalaciones que albergan a delincuentes juveniles, muchos de ellos menores de edad, ha sumado dos nuevos hechos violentos en solo una semana natural.
Fuentes internas del centro explican, en declaraciones a este digital, que las víctimas han sido dos educadoras, personal que acompaña a los jóvenes en su proceso de reinserción tras la comisión de delitos y su internamiento. A su vez, el Departament de Justicia, preguntado por Metrópoli, confirma los dos sucesos, si bien no pueden facilitar más detalles.
Orina y escupitajos
La primera de las agresiones ocurrió el pasado 9 de noviembre. Una de las educadoras se encontraba, durante la hora de la cena, repartiendo medicación a uno de los internos junto con la comida. El joven se acercó y le volcó un vaso lleno de orina sobre la cabeza.
En un primer momento, relatan las fuentes consultadas, ni siquiera se dio cuenta de que era orín con lo que la habían rociado. La educadora siguió atenta al reparto de medicación y no fue hasta que detectó el olor que entendió que la habían meado encima.
El segundo caso tuvo lugar el 12 de noviembre, solo unos días después. En caso, un interno escupió también a otra educadora en la cara.
El problema de los fluidos
Como ya explicó este digital, existe en el centro un serio problema con las agresiones por medio de los fluidos. Según narraron trabajadores de l'Alzina a este digital, son comunes las situaciones en las que empleados han de lidiar con internos embadurnados en sus propias heces.
También son comunes los ataques por medio de escupitajos o lanzamiento de orina. El problema es que los trabajadores no tienen acceso, por una cuestión de datos de privacidad, a los informes de salud de los internos.
Y algunos de ellos están enfermos. En el centro juvenil hay casos de SIDA y otras patologías que son contagiosas por medio de fluidos como sangre, saliva, semen, orina o heces. No saber quién tiene qué enfermedad expone a los trabajadores a un alarmante riesgo de contagio.
Trabajadores con los que este medio ha podido contactar relatan que existe un verdadero miedo al contagio, pero también a convertirse en portadores de enfermedades y, por tanto, responsables de un potencial contagio a sus respectivas familias.



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