Putin inicia una purga en los servicios secretos por haberle facilitado información no fiable sobre Ucrania
Considera que los informes que le facilitaron contenían lo que el premier ruso “quería leer” y no respondían a la realidad
Putin ha iniciado una purga en los servicios secretos rusos, en concreto en el Grupo Quinto (servicios secretos) del FSB, al considerar que no le suministraron información fiable sobre la situación de Ucrania antes de la invasión, que ya se prolonga más de 15 días.
Según informa el digital especializado Agentura.ru, fue ese Grupo “el responsable de proporcionar a Putin información sobre los acontecimientos políticos en Ucrania en vísperas de la invasión. Y parece que después de dos semanas de guerra, Putin finalmente se dio cuenta de que simplemente lo habían engañado. El Quinto Servicio, temeroso de enojar al jefe, simplemente le proporcionó lo que Putin quería escuchar”, subraya.
El general Beseda (responsable del servicio) y su adjunto han sido puestos bajo arresto domiciliario. “Entre las razones se encuentran el mal uso de los fondos asignados a las operaciones, así como la deficiente información de inteligencia”, agrega..
Lo cierto es que, después de dos semanas de guerra, Vladimir Putin ha iniciado una purga contra el FSB (que él mismo comandó desde que se llamaba KGB).
El Grupo Quinto, oficialmente llamado Servicio de Información Operativa y de Relaciones Internacionales , supervisa las comunicaciones con socios extranjeros, incluso con los estadounidenses. Dentro del servicio está el DPI (Departamento de Información Operacional) que es esencialmente la inteligencia extranjera del FSB.
El FSB adquirió el derecho de realizar operaciones en el extranjero a fines de la década de 1990, cuando Putin era director del servicio de inteligencia. Luego se formó un nuevo departamento, que recibió instrucciones de realizar operaciones de inteligencia en el territorio de la antigua Unión Soviética.
Fue a partir de 2004 cuando el DPI estuvo plenamente operativo. Al frente, el general Sergei Beseda, que anteriormente había servido en el departamento del FSB que supervisaba la Administración Presidencial, donde tenía excelentes conexiones. Pronto, los oficiales del DPI comenzaron a ser detectados en Bielorrusia, Moldavia y Abjasia. Resultó que su tarea principal allí no era el espionaje clásico, sino el apoyo a los candidatos pro-Kremlin en las elecciones locales.
Sin embargo, fue Ucrania la que ocupó un lugar especial en todo el espacio postsoviético: en junio de 2010, se produjo un hecho llamativo: apareció un sitio web denominado lubyanskayapravda.com, donde se publicaban supuestos documentos secretos del FSB.
Entre los diversos documentos del FSB, hubo informes del DPI dirigidos directamente a Putin. Uno de ellos hablaba sobre un documento que fue falsificado para socavar las relaciones entre Ucrania y Turkmenistán. Un informe atribuido a las agencias de inteligencia ucranianas sobre la financiación de la oposición turcomana.
Fue una acción clásica del FSB: el DPI filtró un informe falso a los medios ucranianos, pero luego sucedió algo inesperado. La inteligencia rusa (SVR) aceptó este informe como genuino y lo elevó al Kremlin. Beseda había generado un auténtico embrollo propio de una película de espías, que era lo que ocurrió.
En abril de 2014, el Ministerio de Relaciones Exteriores de Ucrania envió una solicitud al Ministerio de Relaciones Exteriores de Rusia para interrogar a Beseda. En Kiev, afirmaron que estuvo en Ucrania el 20 y 21 de febrero. Las autoridades de Kiev consideraron importante la investigación en el marco de la investigación de crímenes cometidos durante los incidentes ocurridos en el país durante el período del 18 al 22 de febrero de 2014, que costaron cientos de víctimas.
El FSB se vio obligado a confirmar que Sergei Beseda estuvo efectivamente en Kiev los días 20 y 21 de febrero. Pero se afirmó que fue solo para verificar el nivel de protección de la embajada rusa, una versión que nadie creyó. Desde 2014, Beseda ha estado en las listas de sanciones de EE. UU. y la UE.
Sin embargo, este escándalo no afectó de ninguna manera las posiciones del Grupo Quinto: los agentes del DPI seguían siendo responsables de recopilar información de inteligencia en Ucrania, reclutar informadores y actividades subversivas. Ahora, parecen haber cado en desgracia.
El pasado mes de febrero se produjo un incidente entre Putin y su jefe del Servicio de Inteligencia Extranjera, Serguéi Naryshkin, que fue convenientemente aireado. Ambos participaban en el Consejo de Seguridad que el mandatario ruso había convocado antes de su televisado discurso en el que reconoció la independencia de los territorios prorrusos del este de Ucrania, las autoproclamadas repúblicas populares de Donetsk y Luhansk. Casi todos los miembros se decantaron a favor del reconocimiento, pero Naryshkin titubeó y Putin le humilló públicamente por ello.
Putin interrumpió varias veces a su subordinado con el fin de intimidarle y conseguir que diga lo que quiere oír, lo que le ha pasado con los cocumentos del DPI ahora. Naryshkin se atrevió a sugerir que sae podía dar una última oportunidad a Occidente antes que declarar el reconocimiento. “Presentarles esta opción para forzar a Kíev elegir la paz e implementar el acuerdo de Minsk. En el peor de los casos, tenemos que tomar una decisión que estamos discutiendo”, comienza el jefe del espionaje exterior. “¿A qué te refieres con ‘el peor de los casos?, ¿estás proponiendo que empecemos una negociación?’”, le increpó Putin desafiante.
El jefe de los espías, visiblemente nervioso, se quedó mudo y pálido.. “Habla, habla, habla claramente”, le ordenó el dirigente ruso, mientras le dirigía una mirada fulminante y repiquetea los dedos sobre la mesa. “Apoyamos la propuesta del reconocimiento de...”, consiguió balbucear el jefe del servicio de seguridad, pero el líder ruso le interrumpió de nuevo: “Vas a reconocer o reconoces, habla claramente, Serguéi”.
Con la voz tímida y la cabeza cabizbaja, dijo humillado: “apoyo la propuesta de la entrada de las repúblicas populares de Dontesk y Luhansk a la Federación Rusa”. Putin, se enfada y le corrige: “no estamos hablando de eso. Estamos discutiendo acerca de reconocer su independencia o no”. A lo que su jefe de seguridad responde con un seco “sí”. “Bien. Puedes sentarte”. ¿Estaba detrás de esta situación el malestar del premier ruso por los informes poco fiables que le habían facilitado?. El general Beseda tiene la palabra, pero se quedará callado en su casa.