Fiestas, ruido, tráfico y suciedad. Este es el calvario con el que los vecinos del turó de la Rovira tienen que convivir en su día a día pese a estar en una de las zonas aparentemente más tranquilas de Barcelona. Los vecinos de las calles de Gran Vista, Labèrnia, Muhlberg, Marià Labèrnia, Dr. Bové y Turó de la Rovira han visto como la llegada de un turismo masivo y descontrolado a la zona de los búnkeres de Barcelona ha trastocado en los últimos años todo su modo de vida.
Hartos de la situación, han convocado una asamblea para el próximo 17 de marzo para definir un calendario de acciones y movilizaciones con la esperanza de llamar la atención de las autoridades municipales y poner fin así al degradado estado de la zona, así como buscar soluciones que les permitan convivir con la intensa afluencia de tanto turistas como jóvenes que acuden todos los días al monte barcelonés, ubicado en la frontera de los barrios de El Carmel, Can Baró, El Guinardó y La Font d'en Fargues.
"Vecinos y vecinas, nuestro barrio, nuestras calles, nuestra montaña y nuestros autobuses están siendo invadidos por el turismo masivo", reflexionan los vecinos en un manifiesto en el que "convocan (a los vecinos) para establecer un calendario de acciones y movilizaciones" y poner remedio a la "violencia que están sufriendo". El texto critica, asimismo, que las actuaciones del Ayuntamiento van en la línea de promocionar el turismo en la zona de los búnkeres.
Si bien los miradores -que en su momento fueron baterías antiaéreas- reúnen todos los requisitos para añadir atractivo turístico a la ciudad, la llegada masiva y constante de jóvenes ha producido una serie de problemas. La alta densidad del tráfico dificulta la movilidad, las fiestas imposibilitan el sueño de los vecinos y, además, ensucian las calles.
Como puede observarse en los vídeos que vecinos de estas calles han compartido con Metrópoli, casi todos los días calles como Gran Vista viven una auténtica procesión de taxistas y conductores de VTC. Estos acuden hasta los búnkeres para llevar o recoger a los turistas que visitan la zona. Si bien no debería haber nada de raro en ello, ocurre que la circulación se congestiona hasta tal punto que resulta imposible circular por la vía. Una vecina, de hecho, explicaba a este medio que tardó hasta 20 minutos en recorrer 200 metros en autobús.
La situación ha empeorado con la llegada del buen tiempo, pues cada vez son más las personas que ponen rumbo a los miradores en busca de fiestas. Tan es así que la Guardia Urbana de Barcelona ha comenzado a destinar una patrulla para poner algo de orden y redirigir el tráfico. Al respecto se ha pronunciado la concejal del distrito, Rosa Alarcón, que ha asegurado a este digital que se trata de una orden emitida desde el consistorio para poder regular el acceso a la calle de Gran Vista con Muhlberg, dos vías cuya circulación es particularmente intensa.
ACTUACIONES MUNICIPALES
En la misma línea, ha explicado que el propio distrito incrementará, a partir del 1 de abril, la presencia policial en la zona de los búnkeres. Se trata de un dispositivo con un presupuesto de 300.000 euros que se inicia en primavera y que precisamente tiene como objetivo "desincentivar" la llegada masiva de jóvenes a la zona con el objetivo de consumir alcohol y participar en fiestas ilegales. Solo en las últimas semanas, los vecinos denuncian que se han producido varias celebraciones en las que se han usado grandes altavoces y que han contado con la participación de DJ's.
A ello se unirá el ya conocido vallado de los miradores. La medida ha sido cogida con cierto escepticismo por los vecinos, que creen que no solucionará el problema. "Quienes montan las fiestas se desplazarán unos metros y seguirán con el ruido", explican. Desde la concejalía, sin embargo, creen que se trata de una solución a largo plazo, porque es muy difícil actuar en una zona que "aparece en las guías turísticas", ya que el efecto llamada es muy potente.
Habitantes de las calles y la representante del distrito mantienen una vía directa de comunicación fluida -asegura Alarcón- por la que los vecinos informan de todos los problemas que se van sucediendo en la zona. Por el momento, el ejecutivo municipal ha adelantado la llegada de patrullas para poner orden en el caos circulatorio y, en aproximadamente dos semanas, se incorporarán nuevos efectivos de la Guardia Urbana que controlarán el consumo de alcohol y la celebración de fiestas ilegales.